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LOS ARRIEROS ☆ CONOCE NUESTRA TRADICIÓN, COMO COMERCIANTES, ORGULLO DE LOS ANTIOQUEÑOS, PATRIMONIO ☆

Actualizado: 20 feb


Por Mónica Chiquito (escrito para www.medellínvida.com)


Adaptarse al cambio es la única manera de avanzar como sociedad, pero hay algunas cosas en nuestra cultura que nunca se deben dejar de transmitir a las nuevas generaciones, porque son valiosas y merecen ser preservadas.


Con esto en mente, la figura más emblemática y querida en Antioquia en la que se me ocurre pensar, es el Arriero. Puedo decir con orgullo que, hasta ahora, son la representación por excelencia de la idiosincrasia antioqueña. Su importancia es tal, que se ha convertido en la imagen más reconocida de nuestro país a nivel internacional: Juan Valdez, el arriero más famoso del mundo.


Se les denomina “Arrieros” a aquellos hombres que jugaron el papel de conductores de mulas. Ellos básicamente transportaban todo tipo de mercancías, bienes, animales y alimentos de un lugar a otro, supliendo las necesidades de los mercados de los pequeños pueblos. Su personalidad era generalmente de hombres rudos, de baja o ninguna escolaridad, recursivos y muy ingeniosos. Individuos que vieron este tipo de trabajo como una forma de mejorar su situación económica, debido a que estos Arrieros eran, por lo general, personas generosas que gozaban de buena reputación.

Parece que el rápido desarrollo de la tecnología, consumismo y frecuentes pautas de crianza incorrectas, derivado del excesivo deseo de complacer a nuestros hijos, ha creado en las nuevas generaciones el hábito de querer hacer todo con el mínimo esfuerzo. Esto se refleja en su rendimiento escolar, el trabajo y la apariencia personal. Este legendario Arriero tiene algunas de las características que debemos inculcar en nuestros hijos:


  • Ética de trabajo duro: Los Arrieros tuvieron que abrirse paso por caminos empinados y peligrosos, soportando días de lluvia y sol, a través de montañas realmente inaccesibles, (Antioquia era uno de los lugares más aislados de Colombia en ese momento). Sus esfuerzos sobrehumanos no sólo lograron mejorar la calidad de vida para ellos y sus familias, también ayudaron en gran medida a conectar la región con el resto del país.


  • Persistencia: Para ser solvente en la actividad de la arriería, era necesario comenzar desde muy pequeños, iniciando en el rango más bajo e ir avanzando hasta convertirse en jefe o incluso el propietario de sus propios animales de carga. Esto era esencial para desarrollar una personalidad persistente, lo suficientemente fuerte para soportar las dificultades de la profesión, y lograr la consiguiente recompensa a largo plazo por el sacrificio de tantos años.


  • Iniciativa: El Arriero era un comerciante independiente, por lo que no había nadie que le dijera lo que tenía que hacer, ni cómo. Tenía su propia habilidad para los negocios y su discernimiento. No se quedaban esperando que la oportunidad tocara a su puerta, en lugar de eso, salían a buscarlas e incluso a veces las creaban.


  • Emprendimiento: El Arriero amaba la libertad y, por tanto, su objetivo no era estar ligado a un salario, ni trabajaban bajo el mando de otra persona. Esto los llevó a encontrar su propia manera de asegurar el sustento de los suyos, con ingenio y eficiencia. Las historias de los más legendarios arrieros paisas, como el reconocido Pepe Sierra, quién siendo un campesino sin educación, se convirtió en el hombre más rico del país entre el siglo 19 y principios del siglo 20, nos sirven de inspiración y ejemplo.


Los Arrieros garantizaron el transporte de mercancías por más de 300 años, conectando ciudades a través del comercio. Abrieron, a golpe de machete, caminos en los que la movilidad era casi imposible, sosteniendo la economía del país. Sin embargo, su legado es mucho más valioso por su contribución cultural, que económica: tejieron los hilos de la tradición que construye nuestra cultura con sus costumbres, estilo de vida, forma de expresión y crearon una identidad para nosotros. Su fuerte personalidad, forjada en las montañas de Antioquia está todavía presente en los antioqueños actuales, y merece permanecer en el tiempo como símbolo de orgullo de la raza paisa.




TRAJE TÍPICO


Desde tiempos inmemoriales los arrieros son sinónimo de trabajo y dedicación, una labor preponderante en las montañas de Colombia.Ellos representan la historia de trabajo de esta región, de trasegar con cargas a lomo de mula por las montañas de Antioquia y el Eje Cafetero, para poder llevar de un lado a otro los encargos que les encomiendan.


A continuación, les contamos cuáles son las principales prendas de vestir de estos tradicionales personajes.


Sombrero

Dependiendo del clima en los que se mueva el arriero, estos pueden ser de palma de iraca, fieltro, barbisio.


Rabo de gallo

Prenda de color rojo que se ata al cuello. La parte posterior suele ser más grande y con forma de triángulo; mientras que la parte delantera se hace un nudo para su amarre. Es usado para protegerse del sol, y también para secarse el sudor durante sus faenas.


Muleras

Tradicionalmente se usan dos, una en cada hombro. La más pequeña se llama ‘tapadora’ y la más grande es la ‘Sufridora’. Esta última sirve para protegerse de la mugre, ya que, pese a que su trabajo es pesado, el arriero es pulcro y cuida de su apariencia, buscando proyectar una imagen de cuidado y arreglo de su apariencia.


Camisa

Se usa una camisa manga larga de un solo fondo. Generalmente el color preferido de los arrieros para su atuendo es el blanco.


En el cinto

A la altura de la cintura se cuelgan algunos elementos como una peinilla (o machete), el cual se mete dentro de un forro de material de piel (cuero), y este a su vez tiene varios ramales o flecos que adornan este estuche.


Adicionalmente va un rejo o pialera, el cual se usa para amarrar carga o animales que se compren o lleven en el camino.


El tapapinche es una especie de delantal de cuero que se usa para evitar ensuciar el pantalón, para cargar el casco de la mula, y para poder orinar mientras está en sus jornadas de trabajo. De allí sale el famoso dicho “Andando y miando”, en relación con el poco tiempo que cuentan para hacer sus necesidades mientras llevan la carga.


Finalmente se usa un cinturón, con un ancho más grande de lo normal, que es usado como faja a la hora de hacer fuerzas mientras se cargan o descargan las mulas.


El pantalón suele ser de un solo fondo también, y el color más usado entre el gremio es el de color caqui.


Con la mezcla de su conjunto, los arrieros forman su ‘bandera’ que son los colores blanco (camisa), rojo (rabo de gallo) y caqui (pantalón).


Zapato

Usualmente se usan cotizas, y estas a su vez tienen unas largas amarraderas que van subiendo por la pierna, con el fin de tener buen agarre en el pie en el ascenso y descenso por las montañas en las que viajan. Además de que estas se facilitan para dejarse colgadas mientras el arriero descansa.


Carriel

Considerada como la cédula de ciudadanía de el arriero sirve para guardar elementos fundamentales en su trabajo como la cabuya, las agujas capoteras, la linterna, el dinero, y dados y copas para el juego.






PROCESO DE COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA


Desde 1780 salieron de la región de Antioquia centenares de familias pobres en busca de tierras vírgenes donde pudieran establecer fincas y fundar aldeas o pueblos. A este tipo de campesino se le llamó colono y todo este proceso fue conocido como Colonización Antioqueña. En un período de 100 años varias generaciones de campesinos colonos, empresarios y aventureros, conocidos como “los andariegos”, adelantaron una revolución agraria en las cordilleras Central y Occidental que tuvo como resultado la fundación de aldeas y pueblos, la marcación de caminos, el surgimiento de fincas y haciendas, la construcción de puentes sobre ríos y quebradas, el desarrollo del comercio de arriería con caravanas de mulas y bueyes y el impulso del cultivo del café. Sobre esta base se conformaron los actuales departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío.

Las primeras familias, que se atrevieron a viajar hacia el sur, encontraron una selva que siglos atrás había estado poblada por las comunidades indígenas, pero que se hallaba abandonada. Principalmente buscaron zonas montañosas ricas en madera, árboles frutales, fuentes de agua y animales de caza y se establecieron en los terrenos que reunían estas características. Se dieron a la tarea de colonizar esa selva y con tal fin horadaron montañas, organizaron ranchos para vivir y cultivaron productos tales como maíz y fríjol.

Las familias de colonos solían despejar los caminos mientras iban avanzando. Con la ayuda de machetes y azadones abrían senderos por donde podían pasar los caballos con sus jinetes mientras que las personas enfermas o ancianas utilizaban el servicio del carguero.

El acto de cruzar ríos, hondonadas y cañones, se convertía en una arriesgada aventura. Para solucionar el problema los colonos fabricaban tarabitas con una cuerda gruesa a través de la cual desplazaban una silla o caja grande para transportar a las personas o la carga de un lado a otro.

La construcción de caminos, puentes y senderos facilitó la llamada Colonización Antioqueña y las migraciones de familias campesinas. Para unir los pueblos entre sí los colonos construyeron caminos de herradura que eran recorridos por los arrieros y sus recuas de mulas y bueyes en las cuales transportaban herramientas de trabajo, ropa, artículos de primera necesidad y café. A lo largo de estas vías fueron apareciendo fondas o tiendas donde los arrieros se acercaban a comprar o vender sus mercancías y también surgieron pequeños caseríos y pueblos.

Don Manuel Pombo, en 1852, cuenta cómo fue su experiencia al atravesar uno de los tantos caminos que se cimentaron durante la colonización. En sus memorias registró las dificultades que entrañaban este tipo de trayectos. Al referirse al camino, dijo que la trocha era tan mala que se requería de mucha suerte para poder salir ileso de esa travesía. Las rocas, los pantanos, los barrancos y los abismos no sólo eran peligrosos sino que llenaban de vértigo y miedo a los viajeros, según las declaraciones de Pombo. También cuenta que, mientras más se acercaba a Manizales y más se alejaba de Salamina, el camino se hacía casi imposible de transitar. En una ocasión, dice Pombo, al llegar a un resbaladero, uno de los jinetes intentó hacer avanzar a una mula aunque sabía que el obstáculo era demasiado pendiente para bajarlo y demasiado alto para saltarlo. El resultado fue que la mula y el jinete fueron a dar al fondo de la pendiente.

A medida que el proceso de colonización avanzaba, los colonos construyeron puentes para cruzar los principales ríos. Por lo general, estos puentes estaban techados con paja o teja de barro para que allí los viajeros se pudieran proteger de las inclemencias del clima, descansar de las fatigas del viaje, consumir el refrigerio o conversar con otros viajeros. Estos puentes, además de ser una herramienta importante para los colonos que se desplazaban por esas tierras nuevas, se transformaban en símbolos de las experiencias poéticas de los viajeros. En ocasiones, por ejemplo, los transeúntes acostumbraban a escribir, con carbón o con piedra blanda y quebradiza, fragmentos de sus vidas sobre los travesaños de los puentes. Se podían ver mensajes como los que registró el escritor Tomás Calderón: “Por aquí pasó el tres de mayo de 1927, Pedro A. Romero, más aburrido que el diablo", "A las tres de la tarde pasó por este puente José R. Ospina, el día 20 de febrero de 1925, despechado por una mujer", "Con un calor de todos los infiernos voy para Salamina sin saber a qué diablos. Agosto 4 de 1926", "Por aquí pasó llorando Roberto A. Correa el día 7 de julio de 1929”, "Paso por este puente sin una sola esperanza: he tirado al río todas esas cartas. El retrato lo rasgué. Ahora sí... que se vaya todo al demonio. Enero 22 de 1930. José V. Ramírez".

Quizás el puente sobre el río Moro, hecho de madera y sostenido por dos grandes rocas, ha sido el más emblemático de todos, pues muchas generaciones de colonos se refugiaron y cruzaron sobre él. A veces los puentes se quedaban solos, abandonados, cuando había mucha lluvia y los ríos se desbordaban y cambiaban de rumbo. El ejemplo que más se recuerda es el del puente que quedó solo cuando el rio Esmeralda se desbordó. Tomás Calderón, que conoció el puente, al verlo cayéndose en pedazos sobre el abismo seco, llegó a comentar que ese tipo de edificaciones se deberían tumbar o, por lo menos, ninguna persona sentimental debería visitarlos.



Durante el siglo XVIII, varias generaciones de campesinos colonos, empresarios y aventureros, provenientes de la región de Antioquia, trazaron tres caminos o rutas que sirvieron de base para el surgimiento de diversos pueblos: la Ruta del Norte, el Camino del Oro y la Ruta Colonizadora de don Fermín López. Estos tres caminos están relacionados entre sí y contribuyeron a formar el departamento del Viejo Caldas (1905-1966). Explora el mapa con el mouse para encontrar más información sobre las rutas de la colonización.



A partir de esta edificación de caminos, puentes, construcción de fincas, surgimiento de familias y fundación de pueblos, se empezaron a formar las tres rutas más importantes de la colonización antioqueña: la ruta del norte, quta, el gobernador de la provincia de Antioquia le solicitó al Virrey de Santafé de Antioquia y Rionegro que Arma (en ese momento estaba bajo la jurisdicción de Popayán) pasara a ser manejada por dicha provincia. Entre los argumentos que esgrimía el gobernador estaba el hecho de las constantes visitas de los empresarios y el pésimo estado en el que se encontraban los 29 días de caminos entre Popayán y Arma. Los vecinos de la Vega de Supía y de Quiebralomo empezaron a visitar Armaviejo y su población cercana con el fin de llevar a cabo la explotación ganadera y beneficiarse de las minas de sal. Entre los empresarios que visitaron estas zonas para apoderarse de las minas de sal que había, estaban Francisco Bermúdez, que tenía en sus salinas muchos fondos y negros; Vicente Jaramillo, que tenía un salado en la región que le suministraba cinco arrobas de sal por semana; Alonso Jaramillo, que tenía un salado en La Manga y producía seis arrobas semanales y Manuel de Villegas, que explotaba sal en la quebrada de Pácora.

Luego, el gobernador Francisco Silvestre solicitó el traslado de Arma a Rionegro, arguyendo que el caserío estaba abandonado, que eran muy pocos los habitantes y que la mayoría de estos habitantes no tenían buenos recursos económicos y además eran negros y mestizos. Con el tiempo se autorizó el traslado de Arma, pero hubo muchos habitantes que no estuvieron de acuerdo con el traslado y se quedaron allí. Lo más probable es que los lugareños de Rionegro, por el afán de obtener más tierras para su población y más títulos, extendieran el rumor de que Arma estaba casi deshabitada. Esto llevó a que los armeños hicieran un censo para demostrar que esta zona se encontrada ocupada todavía. Los

habitantes de Rionegro decidieron presionar a los armeños robando la Virgen del Rosario, que según el sentir popular, había sido un obsequio a la población por el rey Felipe II. Estas disputas hicieron que Armaviejo siguiera en el abandono y la pobreza hasta que la colonización lo reviviera.

Durante el periodo comprendido entre 1800 y 1825, centenares de familias de colonos salieron de Antioquia, principalmente de los pueblos de Rionegro, La Ceja, Marinilla, Sonsón y Abejorral, rumbo al sur. Los colonos le dieron nueva vida a Arma, organizaron la iglesia y lo transformaron en un pueblo con fondas, tiendas y casas (llamadas posadas), para el descanso de las familias. En este sitio los colonos solían comprar víveres o pequeños mercados antes de seguir su marcha hacia el sur.

Las familias de estas regiones, movidas por el fuerte crecimiento de la población, por la falta de oportunidades, por las dificultades económicas y la falta de recursos naturales (los suelos del altiplano del Oriente estaban en mal estado), se dispusieron a buscar otras tierras y otros recursos, en especial minas de oro. Eso los llevó a cruzar por la población de Arma para después llegar al filo de la cordillera Central y fundar la aldea de Aguadas. Allí tumbaron la selva y levantaron varias fincas. Otras familias siguieron hacia el sur, fundaron el poblado de Pácora y se establecieron allí con el fin de aprovechar el buen clima y la riqueza de la selva. La población iba creciendo cada vez más para la época de 1808, lo que propició el desplazamiento de nuevos grupos de colonos, liderados por Fermín López, que cruzaron el caudaloso río Pozo y subieron a otro de los filos de la cordillera, hacia Sabanalarga, que luego se llamaría Salamina. Este camino facilitó el desarrollo de estos pueblos que se caracterizaron por su vocación agrícola, en especial la producción de maíz, fríjol, plátano, yuca y arracacha, y su actividad comercial impulsada por los arrieros.

Estos pueblos estaban limitados por el río Cauca y por los centros mineros y mantuvieron estrechas relaciones económicas con las dos regiones, por lo que se hizo imperativo trazar una nueva ruta a la que llamaron el Camino del Oro.

Camino del oro

Entonces se movió la “frontera del sur de Antioquia” cuyo límite era la población colonial de Arma; pero también se estiró la “frontera del norte Caucano” que, aunque iba hasta Cartago, tenía un importante enclave en la conocida zona minera de Marmato, Vega de Supía y Quiebralomo. El Camino Real de Occidente puso en contacto las dos fronteras, las hizo estirar, por la llegada de familias pobres y de empresarios, aprovechando la coyuntura de las guerras de independencia y, luego, por las guerras civiles.

Las ricas minas de oro de los pueblos coloniales de Marmato, Supía y Riosucio (en el actual departamento de Caldas) habían sido explotadas a menor escala por los indígenas desde antes de la llegada de los conquistadores españoles; pero cuando estos se instalaron en la región, trajeron esclavos de África con el fin de intensificar la extracción del oro. A partir de 1826, cuando de nuevo se impulsaba la minería en Marmato y Supía, numerosas fincas de colonos enviaban a la región minera su producción sobrante de maíz, frijol, plátano y panela. Esto hizo posible que los agricultores pudieran acumular dinero para comprar herramientas y aumentar la producción, con el consiguiente estímulo de los mercados, lo que contribuyó a la fundación de Pácora y Salamina, en especial, para tener sitios de intercambio de productos. La producción de artículos alimenticios estimuló al mismo tiempo la industria porcina, pues los sobrantes de maíz, fríjol y yuca se utilizaban para engordar cerdos. Desde 1830 se empezó a manifestar este fenómeno entre los colonos; era frecuente que los campesinos compraran cerdos flacos, los engordaran con "aguamasa" y luego los vendieran para los prósperos mercados de Marmato, Supía, Itagüí y Medellín. De esta forma los artículos de subsistencia, al transformarse en producción porcina, introdujeron al pequeño campesino del norte de Caldas en una economía de mercado que le permitió disponer de dinero para adquirir herramientas de trabajo y utensilios para el hogar distribuidos por los arrieros que llegaban de Medellín.

Ruta colonizadora de don Fermín

Cuando ya había sido fundada Salamina, algunos dirigentes y colonos, bajo la dirección de don Fermín López, tomaron la iniciativa de abrir un camino hacia Cartago (Valle del Cauca) para que pudieran llegar más familias a la región. Don Fermín había nacido en Rionegro y se había

convertido en uno de los fundadores de Salamina, en 1825. Años más tarde,

en 1837, decidió emigrar con otras familias al sur del río Chinchiná con el fin abrir camino hacia el Valle del Cauca. Trazaron el sendero hasta que llegaron a un paraje donde tiempo después fue fundada la población de Manizales (1849). Estos nuevos colonos se ubicaron al pie del Cerro Sancancio, levantaron algunos ranchos y sembraron la tierra. En 1843 abandonaron esta tierra y se dirigieron a Cartago (Valle del Cauca). De este modo señalaron el camino para que centenares de familias recorrieran la misma ruta, organizaran nacientes fincas y fundaran nuevos pueblos. Este fue el camino más importante del siglo XIX en esta zona del territorio colonizado.

Durante la cimentación de esta ruta, el primer pueblo que se fundó fue Neira. La compañía González-Salazar instó a fundar una parroquia para poder "controlar" sus tierras y, sobre todo, para legitimarlas ante el temor de una invasión generalizada que condujese a la fundación de un pueblo por iniciativa de los colonos. En esta dirección el señor Elías González, obrando como representante de la Compañía, hizo circular un impreso fechado en Rionegro (abril de 1842), por medio del cual se invitaba a los colonos que iban llegando a fundar una población en las "incultas montañas de Chinchiná", con el nombre de Neira. Luego vino la fundación de Manizales. Los colonos avanzaron desde Neira hacia el sur y se asentaron en la región conocida con el nombre de Morrogacho. Aquí tumbaron monte y organizaron cultivos para satisfacer sus necesidades, pero pasado el tiempo surgió la necesidad de fundar un poblado que sirviera de aglutinante para realizar mercados e intercambiar productos, pues Neira y Salamina -que eran los centros de mercadeo- quedaban muy retirados. Esta idea empieza a ser planteada desde 1846, pero sólo cristalizó dos años después cuando por iniciativa de algunos colonos, que tenían organizadas sus labranzas, se concibió la idea de realizar una exploración hacia el sur para buscar un lugar apropiado y hacer una nueva población.

Se acordó una reunión en Neira para los últimos días del mes de junio de 1848 y se determinó hacer un viaje (6 de julio del mismo año) con el exclusivo fin de fundar una colonia. La excursión se llamó "Exploración de

los Veinte" por estar integrada por igual número de personas propietarias de parcelas (sin contar los peones asalariados que llevaban algunos colonos empresarios o más acomodados como Marcelino Palacio, Manuel Grisales, Joaquín y Antonio María Arango, entre otros).

En resumen, a lo largo de este camino se fundaron las siguientes poblaciones de Caldas: Neira (1843), Manizales (1849), Filadelfia (1850), Villamaría (1852), Aránzazu (1853), Chinchiná (1857), Santa Rosa de Cabal (1843) y Pereira (1863) (estas dos últimas hoy forman parte del actual departamento de Risaralda). Todas fueron surgiendo como pequeñas aldeas, que se transformaban en caseríos cuando los nuevos pobladores levantaban la iglesia, trazaban la plaza y organizaban el mercado.

Cultura de los colonos

Todo este proceso de colonización dio como resultado una cultura de






Colonización del sur

A finales del siglo xviii, un grupo de aventureros del oriente de Antioquia inició su migraciónhacia el Sur, en tierras concedidas por la Corona Española a don Felipe de Villegas y Córdoba, las cuales comprendían el territorio situado entre el río Aures y la quebrada de Arma. Primero fue fundado Sonsón, en 1797; luego Abejorral, en 1808, y después Aguadas, en 1814.

Allí los colonizadores tropezaron con el inconveniente de otra vasta concesión, la de Aranzazu, que incluía todas las tierras al oriente del río Cauca, entre las quebradas de Arma y Chinchiná. Se entabló una feroz lucha en la que hubo incendios y asesinatos entre los emigrantes y la compañía de González y Salazar, que era la sucesora de los títulos de Aranzazu. “Las tierras comprometidas incluían todo lo perteneciente a los municipios caldenses de Salamina, Neira, Aranzazu, Filadelfia y Manizales, con una zona de topografía excepcionalmente agreste de, aproximadamente, 60 km de longitud por 40 de ancho”.

En 1825 fue fundada Salamina; en 1843, Neira; en 1844, Santa Rosa de Cabal, en 1848, Manizales y finalmente en 1857 Chinchinádando por terminada la colonización de esta zona. Pereira fue fundada en 1863 por familias vallecaucanas de Cartago, Valle del Cauca. En 1866 familias de Sonsón y Aguadas fundaron Pensilvania.


Colonización del Quindío

Antigua foto de Salento, Quindío.

El prolongado fervor de las gentes montañeras del Norte, deseosas de colonizar estas tierras, parece haberse intensificado aquí por cuatro atractivos, a saber: caucho, oro, alto precio del ganado porcino y las ventajas de la región como refugio para librarse de las guerras civiles que azotaban la República.

Salento fue fundado en 1842, Filandia en 1878, Calarcá en 1886, Armenia en 1889, Circasia en 1884, Montenegro en 1892, Sevilla en 1903, Caicedonia en 1905 y La Tebaida en 1916.

A diferencia de la colonización anterior, realizada por campesinos pobres y durante la cual se consolidó la pequeña propiedad, en la colonización del Quindío se lucraron, en la mayoría de los casos, ricos propietarios, que burlaban, a través de terceras personas, las leyes sobre el límite a las adjudicaciones y la propiedad. Fue en aquella región donde acaeció la colonización de superior extensión y mayor concentración.

Los colonos del Quindío tuvieron que enfrentarse también con una compañía terrateniente, la de Burila, que reivindicaba derechos sobre el territorio en forma de paralelogramo, lo que comprendía desde Bugalagrande en el Valle del Cauca hasta la cresta de la Cordillera Central, detrás de Calarcá, y que incluía todos o parte de los actuales municipios de Calarcá, Armenia, Génova, Pijao, y las vallecaucanas de Sevilla y Caicedonia.


Colonización del suroeste de Antioquia

Concordia, entre las montañas de la Cordillera Occidental, fue fundada en 1848.

No solo campesinos del oriente, sino familias enteras de Envigado y Medellín, iniciaron a finales del siglo xviii la migración hacia el suroeste de Antioquia. En 1788 se habían instalado algunas familias de Amagá y, con el descubrimiento de las minas auríferas de Titiribíen 1800, se consolidó la población del mismo nombre. En 1829 ya existía Fredonia.

Concordia se fundó en 1848 y sus pobladores fueron alentados por las adjudicaciones de tierras hechas con base en la legislatura de Antioquia en 1834, para promover la colonización. En 1852 se distribuyeron las tierras para la población de Andes. Entre 1839 y 1864 fueron fundadas Ciudad Bolívar, Andes, Jericó, Támesis, Valparaíso, y Jardín por colonos venidos de Sonsón, Abejorral, Pácora, Fredonia y Medellín. Santo Domingo (1866). Quinchía fue fundada en 1886 y Mocatán en 1890. Pueblo Rico lo fue en 1881 y Balboa en 1907.


Colonización del Tolima

Algunos de los grupos que habían colonizado la región de Caldas continuaron, a partir de 1850, su avance hacia el Oriente, en el departamentodel Tolima. En ese trayecto fueron fundadas varias ciudades más, entre ellas Fresno (1856), Manzanares (1864), Líbano (1866), Murillo(1872), Santa Isabel (1893) y Anzoategui(1895). Ya en el siglo xx, fueron fundadas Cajamarca, en 1916, y Roncesvalles, en 1944.


Colonización del Valle del Cauca

En las zonas montañosas del norte y oriente del departamento del Valle del Cauca existe una influencia paisa, producto de la migración de antioqueños.

En los municipios especialmente alejados de la vertiente del Río Cauca, como El Águila, Versalles, Ulloa, Alcalá, Sevilla y Caicedonia, el acento predominante es la mezcla de Vallecaucano y paisa, mientras que, en los municipios nortevallecaucanos más próximos al río, su acento es vallecaucano.

Ya en el sur, centro y occidente del departamento del Valle del Cauca se encuentra mayoritariamente mayor población vallecaucana raizal.


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